Las intensidades dentro de una rutina de entrenamiento son muy importantes por diferentes razones, nos ayuda a llegar a los logros deportivos más rápido, se acomodan a nuestro estado físico y mucho más.
El entrenamiento con intensidades bajas es muy bueno para las personas que empiezan un programa de entrenamiento, que tienen un estado de físico muy bajo, también es bueno para las personas que sufren de sobrepeso u obesidad. Es excelente como método de rehabilitación luego de una lesión o recuperación de enfermedades como por ejemplo, un infarto.
Las intensidades intermedias son buenas para combinarlas con entrenamientos más pesados para crear cambios y no llegar a un estancamiento producido por una adaptación por rutinas o intensidades iguales constantes. Del mismo modo se usan como puente entre las intensidades bajas y las altas.
Es decir, un programa de entrenamiento adecuado debe ser progresivo dependiendo de los avances individuales, por tanto, se debe empezar con intensidades bajas, luego pasar por las intermedias y llegar a niveles más altos combinando con intensidades medias.
Las intensidades más altas son para personas que tienen un estado físico más elevado, que poseen una rutina y disciplina establecida de entrenamiento diario, que llevan realizando ejercicio por un periodo de tiempo más largo y que pueden soportar y superar pesos y resistencias más altas.
Los niveles muy pesados de entrenamiento no se deben realizar muy seguido, como se mencionó se deben variar las intensidades de cada entrenamiento para evitar estancar el cuerpo a cambios positivos, pero del mismo modo previene lesiones físicas y mentales que pueden ser importantes. Por otro lado, entrenamientos muy difíciles pueden ser excelentes para realizar retos, por ejemplo, una vez al mes (lo cual es una estrategia muy buena para la motivación y la fuerza interior).
Por tanto, es necesario programar las intensidades dependiendo de las necesidades de cada persona, el momento del programa de entrenamiento y mucho más para que sean efectivas, para cuidar el cuerpo y la mente de posibles lesiones o complicaciones físicas que se puedan producir.
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